20080101

Recomendación

Una luz cenital muy tenue
alumbra el espacio en que me encuentro.
Mi parpadeo se vuelve cada vez más lento.
Cierro y abro los ojos.
Cierro y abro, cierro y abro.
Ahora reparo en cosas
que considero insustanciales.
Cierro y abro, cierro...

Un grillo con su terapéutico canto
acompaña el sabor de mi paleta,
amplia gama de pensamientos.
¿Qué dije? ¿Qué haré?
Y por más divagación que pueda hacer,
el grillo no cesa con su envolvente emisión.

Con arrebato abro los ojos.
Es un niño que empieza a lloriquear
y sus padres se empeñan en exhibirlo más.
Así vuelve ese círculo;
hasta que llegan las nalgadas.
Al niño lo le queda remedio que callar.

Ya puedo cerrar los ojos.
Y sueño profundamente
que el grillo me habla desde el edredón.
Pero qué difícil es entender su lenguaje,
parecen rugidos sin secuencia alguna.
Se aleja disgustado, soltando ese olor,
y es tan ácido que me hace
querer salir de este lugar.

... Abro los ojos.
Mi vientre sube y baja
al compás de la respiración.
Todas las cosas a mi alrededor
me parecen muy desconocidas.
Esa luz tenue repleta la habitación,
pero el peso de mis párpados es mayor
que prefiero cerrar los ojos.

08/09/07

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