De cómo tener chamba nueva

Tengo chamba. Nueva. La primera formal. En la que hasta cotizo para Infonavit (osease, empiezo a tener crédito pa' tener mi casita propia de mí) y hasta tengo número de afiliación al IMSS. Por fin tengo algo que hacer en vacaciones. Computadora-xbox-computadora-cama no es una combinación divertida, después de varios días. Trabajo en Cinépolis. Siete horas diarias. Un día de descanso. Buena paga. Catorcenal. A veces entro a las 14. A veces a las 16. A veces a las 16 con 30. A veces salgo a las 21. A veces a las 23. A veces a las 23 con 30. Horas. Claro. Llevé solicitud a finales de mayo. Me hablaron a mediados de junio. Fui un martes a la entrevista. Un jueves al examen. Un viernes al dejar mis papeles. Y el domingo empecé a loborar. El ambiente está chido. Todo ameno. Ahí ya trabajaba Alan. O Deft. Lo conozco de la escuela. El día que entré (el domingo pasado) también lo hizo una chava. Cristina. Un día antes un chavo. Adrián. He ido conociendo poco a poco a los demás chavos y chavas. Y no tan chavos. Raquel. Natalia. Karen. Abraham. Elizabeth. Don Luis. Griselda. Karla. Carlos. Sireli (creo). Patty. Algunos más que no recuerdo. Mi jefa directa es Karina. También está Yessi. Daniel. Gaby. El inge. Es algo temido. Lo que hago es fácil. Limpiar salas. Checar que no haya desorden durante las funciones. Cortar boletos de entrada. Barrer los pasillos. Barrer el lobby. Checar condimentero. En general. Eso sí. Algo cansado. Por el momento todo va perfecto. Espero se ponga mejor.